domingo, 9 de marzo de 2014

El dinero justo y la vida corta.

He hundido la cabeza en la tierra más de una vez, he cogido mi propio corazón con una sola mano y lo he lanzado con toda la fuerza con la que puede hacerlo un cuerpo anémico.
Se me llena de miedo el blanco de los ojos cada vez que pienso en mi propia vida, he tragado suspiros y ya sé la respuesta...
¿Es esto la esencia humana? ¿Acaso es esto? Sentarse en el sofá y experimentar hasta que punto máximo es capaz el sol de entrar por la ventana.
Justo ahí intentaré volver, con amor de madre, amante y abuela, con lágrimas de duelo.
Tiemblo de rabia y de rencor, de vértigo, dicen que la distancia nos ayuda a mirar con menos miedo, yo tengo miedo de subir a un edificio y querer saltar para vencer al vértigo.

Veo como se queman mis cicatrices, como la culpabilidad.
Se esconde la locura cada vez que me miro en el espejo, me han puesto en la frente la etiqueta de débil, pero el tiempo, las lágrimas y el sudor del esfuerzo despegan todos los adhesivos, eso si que duele, cuando se sabe ausente la conciencia...
Aflora el vómito, se arrancan las lágrimas del lagrimal cuando la conciencia decide suicidarse y choca contra sí misma.
Me tapo la cara con la sábana, no es suficiente,  me tapo la cara con la almohada y aunque pasa menos el aire, el dolor se cuela por la sangre.
Ni siquiera soy libre de mí misma, me saturo, me robo la sangre y escuece, también me escuece verme así, hace años que la vida casi es nada y siempre quiero moverme por los mismos sitios para moverme siempre igual y no sentir el riesgo.
Corazón, sé que hablas y me duele escucharte, tengo miedo de lo que me dices, quiero ser valiente, apretar manos y dientes...
Siempre quise ser valiente y vencer al pasado, que me inunde un silencio etéreo, algo raro, algún eco, el dinero justo y la vida corta, vivir sin prisa, reafirmar cada paso, tener la certeza de que todo lo habría hecho tal cual en otra vida, me siento más sola por lo que soy que por lo que nunca he sido.

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