domingo, 27 de octubre de 2013

La dignidad se perdió ese callejón.

Hay días, momentos, sobre todo noches en las que ya ni siquiera puedo sentir si estoy bien o mal, no soy capaz de llorar por amor, pero tampoco soy capaz de sonreír, simplemente me siento vacía.
Noches en las que lo único que alcanzo a recordar es el color de sus ojos, el olor de su piel, sus caricias en mis cicatrices, sus bizarras ideas de tatuajes para tapar las cicatrices de mi brazo, su abrazo... Noches en las que el alcohol, o las drogas ya no ayudan.
Y compartes una milésima parte de eso con alguien para que tire de manual y de frases hechas para decirte eso de " Hay muchos peces en el mar" habrá muchos, pero como ella solo hay una.
¿Cómo controlar mis emociones si siempre acaban ganando a mi lucha por evitarlas?
Me llenabas, por eso me siento tan vacía, a lo máximo que aspiro ahora mismo es a jugar y terminar haciéndome más daño.
Hay muchos tipos de amor, creo haber sentido unos y sufrido otros, pero ninguno tan sincero y tan profundo como el que yo sentí por ti.
Has sido la única capaz de apaciguar el dolor de esta herida que me lleva por donde no debería dejarme guiar desde hace 5 años.
No sabes como me ponías cuando gritabas que debíamos apuñalarle, cuando escupías a los txakurras, cuando te encarabas con todo aquello que apestase a facha y cuando me protegías de mi pasado, feminista, antifascista, "separatista y filoetarra", eso te hacía atractiva a mis ojos, no tu yo exterior, por el cual es fácil deslumbrarse sin conocerte.
Cuando estaba malherida y desolada tú sabías como levantarme, ahora hay días en los que pensar en levantarse pesa como una losa.

Ahora ella te verá muy guapa, pero sólo te verá guapa por fuera, y las 2 sabemos que eso hará que os explote en la cara, sólo querrá follar con tu cuerpo, no con tu mente, sí, soy distinta a ella, y es un alivio, pero a estas alturas sólo soy una más, una cualquiera.
Apareciste cuando huía de la gente, y me recluía entre libros, terapias inútiles y sustancias menos inútiles, me prometiste cosas que ambas sabíamos que no podrías cumplir, pero me dejaba llevar, supuse que contigo sería distinto... Pero hay cosas que simplemente desaparecen, efímeras como un te quiero dibujado en la espalda o un beso de despedida. Creí estar a salvo bajo tu calor y terminé congelada, sola, en un sucio callejón deseando poder decir te odio, luchando contra mi misma por poder sentir un odio visceral por ti.
Esto no es por recuperarte o por hacer las paces o mantener una relación cordial, es por mi conciencia, porque no me deja vivir tranquila.
Ahora estoy sola, sumida en algo de lo que no sé si podré salir, sola pero digna, no como cuando llegó un punto en el que no me importaba que me maltratases.
Me pareció un insulto la forma en la que te comportaste, como si no habría pasado nada... Ya es tarde y creo que estoy rozando el límite, todo depende de la dirección del siguiente paso.
Pero ya no huyo ni me escondo, si aprendí algo de estar contigo es a no tener miedo, ni a ti ni al siguiente paso, aunque me arrancases las alas aprenderé a volar sin ellas.
¿Dónde queda nuestro viaje a Sudamérica? Que se lo coma ella, no será lo único que se coma que prometiste era parte de mí.
A pesar de todo llevo grabado en mi piel que te echo de menos y cada día lo aguanto menos, a mí y a esta odiosa sensación.
Me intentaste matar con tu primera mirada y lo conseguiste con tu último beso.
Hay momentos en los que mi vida se centraría exclusivamente en hacerte daño, ver como lloras, ser una lamentable persona, y acto seguido me descubro atrapada en tus ojos y creo que esta sensación terminará por matarme, pero me niego a creer que sólo fuiste una flecha con fecha de caducidad.

No hay comentarios: